EXTRACTOS DEL LIBRO DE CARLOS CASTANEDA: "EL PODER DEL SILENCIO"

 

"PiŽnsalo de esta manera", continu—. "No es que a medida que pasa el tiempo estŽs aprendiendo hechicer’a; m‡s bien, lo que est‡s aprendiendo es ahorrar energ’a. Y esta energ’a te permitir‡ manejar algunos de los campos de  energ’a que ahora son inaccesibles para ti. Y eso es brujer’a: la capacidad de usar campos de energ’a que no se emplean para percibir el mundo ordinario que conocemos. La brujer’a es un estado de conciencia. La brujer’a es la capacidad de percibir algo que la percepci—n ordinaria no puede ".

 

"Todo guerrero en el camino del conocimiento piensa, en un momento u otro, que est‡ aprendiendo brujer’a, pero todo lo que est‡ haciendo es dejarse convencer del poder oculto en su ser, y que puede alcanzarlo".

 

ÒEn el universo hay una fuerza inconmensurable e indescriptible que los brujos llaman intento , y que absolutamente todo lo que existe en todo el cosmos est‡ unido al intento mediante un enlace de conexi—n. Los hechiceros, o guerreros, como los llamaba, estaban preocupados por discutir, comprender y emplear ese v’nculo de conexi—n.

 

ÒLos naguales son intermediarios. Su energ’a les permite canalizar la paz, la armon’a, la risa y el conocimiento directamente desde la fuente, desde e, y transmitirlos a sus compa–eros. Los naguales son responsables de proporcionar lo que los brujos llaman "la oportunidad m’nima": la conciencia de la conexi—n de uno con el intento".

 

1. El universo es una aglomeraci—n infinita de campos de energ’a, que se asemeja a hebras de luz.

2. Estos campos de energ’a, llamados emanaciones del çguila, irradian de una fuente de proporciones inconcebibles metaf—ricamente llamada çguila.

3. Los seres humanos tambiŽn est‡n compuestos por un nœmero incalculable de los mismos campos de energ’a filiformes. Estas emanaciones del ‡guila forman una aglomeraci—n encerrada que se manifiesta como una bola de luz del tama–o del cuerpo de la persona con los brazos extendidos lateralmente, como un huevo gigante y luminoso.

4. Solo un grupo muy peque–o de los campos de energ’a dentro de esta bola luminosa est‡ iluminado por un punto de brillo intenso ubicado en la superficie de la bola.

5. La percepci—n ocurre cuando los campos de energ’a en ese peque–o grupo que rodea inmediatamente el punto de brillo extienden su luz para iluminar campos de energ’a idŽnticos fuera de la pelota. Dado que los œnicos campos de energ’a perceptibles son aquellos iluminados por el punto de brillo, ese punto se llama "el punto donde se ensambla la percepci—n" o simplemente "el punto de ensamblaje".

6. El punto de ensamblaje se puede mover desde su posici—n habitual en la superficie de la bola luminosa a otra posici—n en la superficie, o hacia el interior. Dado que el brillo del punto de ensamblaje puede iluminar cualquier campo de energ’a con el que estŽ en contacto, cuando se mueve a una nueva posici—n, inmediatamente ilumina los nuevos campos de energ’a, haciŽndolos perceptibles. Esta percepci—n se conoce como ver.

7. Cuando el punto de ensamblaje cambia, hace posible la percepci—n de un mundo completamente diferente, tan objetivo y objetivo como el que normalmente percibimos. Los hechiceros van a ese otro mundo para obtener energ’a, poder, soluciones a problemas generales y particulares, o para enfrentar lo inimaginable.

8.  El intento es la fuerza dominante que nos hace percibir. No nos damos cuenta porque percibimos; m‡s bien, percibimos como resultado de la presi—n e intrusi—n de el intento.

9. El objetivo de los brujos es alcanzar un estado de conciencia total para experimentar todas las posibilidades de percepci—n disponibles para el hombre. Este estado de conciencia incluso implica una forma alternativa de morir.

 

ÒEn cumplimiento de su tradici—n, fue exclusivamente en estos estados de mayor conciencia que don Juan llev— a cabo la parte m‡s importante y dram‡tica de sus ense–anzas: las instrucciones para el lado izquierdo. Debido a la extraordinaria calidad de estos estados, don Juan exigi— que no los discutiera con otros hasta que hayamos concluido todo en el esquema de ense–anza de los brujos ".

 

"Para ti, ense–ar es hablar de patrones", dijo. "Para un hechicero, ense–ar es lo que un nagual hace por sus aprendices. Para ellos aprovecha la fuerza prevaleciente en el universo: el intento, la fuerza que cambia y reordena las cosas o las mantiene como est‡n.

 

ÒSin el intento de moldear del nagual no habr’a asombro, no es de extra–ar para ellos. Y sus aprendices, en lugar de embarcarse en un viaje m‡gico de descubrimiento, solo aprender’an un oficio: sanador, hechicero, adivino, charlat‡n o lo que sea ".

 

ÒLos brujos llaman al intento lo indescriptible, el esp’ritu, lo abstracto, lo nagual. Preferir’a llamarlo nagual, pero se superpone con el nombre del l’der, el benefactor, que tambiŽn se llama nagual, por lo que he optado por llamarlo esp’ritu, intento, lo abstracto ".

 

ÒLeer presagios es un lugar comœn para los brujos: los errores ocurren solo cuando los sentimientos personales intervienen y nublan el v’nculo de conexi—n de los brujos con el intento. De lo contrario, su conocimiento directo es totalmente preciso y funcional ".

 

ÒEl esp’ritu se manifiesta a un hechicero, especialmente a un nagual, a cada paso. Sin embargo, esta no es toda la verdad. La verdad es que el esp’ritu se revela a todos con la misma intensidad y consistencia, pero solo los hechiceros, y los naguales en particular, est‡n en sinton’a con tales revelaciones ".

 

"Como con todo lo dem‡s, complicamos las cosas al tratar de hacer razonable la inmensidad que nos rodea".

 

"La disposici—n ulterior del abstracto no es simplemente el orden en que se le presentaron los nœcleos abstractos", explic—, "o lo que tienen en comœn tampoco, ni siquiera la red que los une. M‡s bien es conocer el abstracto directamente , sin la intervenci—n del lenguaje ".

 

ÒLos guerreros son incapaces de sentir compasi—n porque ya no sienten pena por ellos mismos. Sin la fuerza impulsora de la autocompasi—n, la compasi—n no tiene sentido ".

 

"La dificultad fue nuestra renuencia a aceptar la idea de que el conocimiento podr’a existir sin palabras para explicarlo".

 

ÒToda la humanidad se ha alejado de lo abstracto, aunque en algœn momento debemos haber estado cerca de Žl. Debe haber sido nuestra fuerza de sostenimiento. Y luego sucedi— algo y nos alej— de lo abstracto "

 

"Don Juan repiti— que el quid de nuestra dificultad para volver al abstracto era nuestra negativa a aceptar que pod’amos saber sin palabras o incluso sin pensamientos".

 

"Te dije que no hay forma de hablar sobre el esp’ritu", continu—, "porque el esp’ritu solo puede ser experimentado. Los brujos intentan explicar esta condici—n cuando dicen que el esp’ritu no es nada que puedas ver o sentir. Pero es siempre se cierne sobre nosotros. A veces se trata de algunos de nosotros ".

 

"Considera esto", dijo. "No fue el acto de conocerme lo que te import—. El d’a que te conoc’, conociste el abstracto. Pero como no pod’as hablar de eso, no lo notaste. Los brujos se encuentran con el abstracto sin pensarlo. o verlo o tocarlo o sentir su presencia ".

 

"El poder del hombre era incalculable, que la muerte exist’a solo porque lo hab’amos planeado desde el momento de nuestro nacimiento, que el intento de la muerte pod’a suspenderse haciendo que el punto de encaje cambiara de posici—n".

 

"Sin ese conocimiento silencioso, ningœn proceso podr’a funcionar, y todo lo que tendr’amos ser’a una sensaci—n indefinida de necesitar algo ... "

 

"El hechicero que sab’a exactamente d—nde colocar su punto de encaje podr’a convertirse en lo que quisiera".

 

ÒEl hombre promedio actœa solo si existe la posibilidad de obtener ganancias. Los guerreros dicen que actœan no con fines de lucro sino por el esp’ritu ".

 

"Las palabras son tremendamente poderosas e importantes y son la propiedad m‡gica de quien las tenga".

 

"Los hechiceros tienen una regla general: dicen que cuanto m‡s profundo se mueve el punto de ensamblaje, mayor es la sensaci—n de que uno tiene conocimiento y no hay palabras para explicarlo".

 

"El primer principio del acecho es que un guerrero se acecha a s’ mismo", dijo. "Se acecha sin piedad, con astucia, paciencia y dulzura".

 

ÒDon Juan dijo que cada hechicero debe tener un recuerdo claro de haber cruzado ese umbral para poder recordar el nuevo estado de su potencial perceptivo. Explic— que uno no ten’a que ser un aprendiz de brujer’a para alcanzar este umbral, y que la œnica diferencia entre un hombre promedio y un hechicero, en tales casos, es lo que cada uno enfatiza. Un hechicero enfatiza cruzar este umbral y usa su memoria como punto de referencia. Un hombre promedio no cruza el umbral y hace todo lo posible para olvidarlo Ó.

 

"Los brujos dicen que el cuarto nœcleo abstracto ocurre cuando el esp’ritu corta nuestras cadenas de autorreflexi—n", dijo. "Cortar nuestras cadenas es maravilloso, pero tambiŽn muy indeseable, ya que nadie quiere ser libre".

 

"Don Juan coment— que las mujeres son capaces de un golpe tan maestro  : pueden mantener permanentemente una nueva posici—n de su punto de encaje ".

 

"Dijo que hace miles de a–os, a travŽs de la vista, los hechiceros se dieron cuenta de que la Tierra era sensible y que su conciencia podr’a afectar la conciencia de los humanos".

 

ÒDon Juan hab’a explicado que el universo est‡ formado por campos de energ’a que desaf’an la descripci—n o el escrutinio. Hab’a dicho que se parec’an a los filamentos de luz ordinaria, excepto que la luz no tiene vida en comparaci—n con las emanaciones del çguila, que exudan conciencia ".

 

"As’ que la fuerza que ilumin— los campos fue nombrada voluntad".

 

ÒVieron que esta fuerza ten’a una conciencia total y que surgi— de los mismos campos de energ’a que formaron el universo. Decidieron entonces que ese intento era un nombre m‡s apropiado para ella que la voluntad ".

 

ÒDon Juan hab’a afirmado que nuestro gran defecto colectivo es que vivimos nuestras vidas sin tener en cuenta esa conexi—n. El ajetreo de nuestras vidas, nuestros incansables intereses, preocupaciones, esperanzas, frustraciones y temores tienen prioridad, y en el d’a a d’a no somos conscientes de estar vinculados a todo lo dem‡s Ó.

ÒDon Juan hab’a declarado su creencia de que la idea cristiana de ser expulsado del Jard’n del EdŽn le sonaba como una alegor’a por perder nuestro conocimiento silencioso, nuestro conocimiento de el intento. La brujer’a, entonces, fue un regreso al principio, un regreso al para’so Ó.

 

ÒEnfatiz— que el  intento no es algo que uno pueda usar, ordenar o mover de ninguna manera; sin embargo, uno puede usarlo, ordenarlo o moverlo como desee. Esta contradicci—n, dijo, es la esencia de la brujer’a Ó.

 

"No importaba cu‡l fuera nuestro destino espec’fico siempre que lo enfrent‡ramos con un abandono definitivo".

 

"La idea de la muerte es lo œnico que puede dar coraje a los brujos. Extra–o, Àno es as’? Les da a los brujos el coraje de ser astutos sin ser engre’dos, y sobre todo les da coraje para ser despiadados sin ser importantes". .

 

"Los hechiceros derrotan a la muerte y la muerte reconoce la derrota al dejar a los hechiceros en libertad, para nunca m‡s ser desafiados".

 

"Una voltereta de pensamiento hacia lo inconcebible", explic— con aire de resignaci—n, "es el descenso del esp’ritu; el acto de romper nuestras barreras perceptivas. Es el momento en que la percepci—n del hombre alcanza sus l’mites. Los brujos practican el arte de enviar exploradores, corredores avanzados, para sondear nuestros l’mites de percepci—n. Esta es otra raz—n por la que me gustan los poemas. Los tomo como corredores avanzados. Pero, como te he dicho antes, los poetas no saben exactamente como hechiceros cu‡les son esos los corredores avanzados pueden lograr ".

 

ÒMe asegur— que no hab’a tŽcnicas o maniobras para que un brujo aprendiera de antemano a mover energ’a de un lugar a otro. M‡s bien se trataba de un cambio instant‡neo que ten’a lugar una vez que se alcanzaba un cierto nivel de competencia Ó.

"Todos los brujos son despiadados", dijo, mientras nos sent‡bamos en el suelo plano.

 

"Lo que quiero decir es que, segœn todas las apariencias, tener el cambio de punto de ensamblaje es lo primero que le sucede a un aprendiz de brujer’a".

                                                         ÒEl ser despiadado es el primer principio de la brujer’a Ó.

 

ÒEntonces, lo primero que experimenta el  aprendiz de brujo es un cambio en su nivel de conciencia, un cambio provocado simplemente por la presencia del nagual. Y lo que quiero que sepa es que realmente no hay ningœn procedimiento involucrado en hacer que el punto de ensamblaje se mueva. El esp’ritu toca al aprendiz y su punto de ensamblaje se mueve. Es tan simple como eso ".

"Lo que debemos hacer para que la magia se apodere de nosotros es desterrar la duda de nuestras mentes", dijo. "Una vez que se eliminan las dudas, todo es posible".

 

ÒLe preguntŽ a Don Juan c—mo el sanador pod’a mover los puntos de reuni—n de esas personas sin tocarlos. Su respuesta hab’a sido que el poder del sanador, un regalo o un logro estupendo, era servir como conducto para el esp’ritu. Hab’a sido el esp’ritu, hab’a dicho, y no el sanador, el que hab’a movido esos puntos de reuni—n Ó.

 

"Y le explico, a cualquiera que quiera escuchar, que la œnica forma de pensar con claridad es no pensar en absoluto. Estaba convencido de que entend’a la contradicci—n de los hechiceros".

ÒLuego explic— nuevamente que para un hechicero hab’a dos tipos de pensamiento.   Uno era el pensamiento cotidiano promedio, que se reg’a por la posici—n normal de su punto de encaje. Estaba confuso pensando que realmente no respond’a a sus necesidades y dejaba una gran oscuridad en su cabeza. El otro era un pensamiento preciso. Fue funcional, econ—mico y dej— muy pocas cosas sin explicaci—n Ó.

 

"El intento se convoca con los ojos ".

 

"El lugar donde no hay piedad es el sitio de la falta de compasi—n", dijo.

 

ÒExplic— que la raz—n por la que los brujos ponen tanto Žnfasis en el brillo de sus ojos y en su mirada es porque los ojos est‡n directamente conectados a el intento. Por contradictorio que pueda parecer, la verdad es que los ojos est‡n conectados superficialmente al mundo de la vida cotidiana. Su conexi—n m‡s profunda es con lo abstracto Ó.

"Un buen cazador hipnotiza a su presa con los ojos", continu—. "Con su mirada mueve el punto de ensamblaje de su presa y, sin embargo, sus ojos est‡n puestos en el mundo, buscando comida ". ... cuando sus ojos se centraron realmente en el intento, ya no estaban interesados en hipnotizar a nadie ".

 

"Ya te he mencionado esto", dijo. "Lo que est‡ experimentando y llama dualismo es una vista desde otra posici—n de su punto de encaje. Desde esa posici—n, puede sentir el lado m‡s viejo del hombre. Y lo que el lado m‡s viejo del hombre sabe se llama conocimiento silencioso. Es un conocimiento que usted todav’a no puedo expresar ".

 

"El conocimiento silencioso es algo que todos tenemos", continu—. "Algo que tiene dominio completo, conocimiento completo de todo. Pero no puede pensar, por lo tanto, no puede hablar de lo que sabe".

 

ÒEl hombre antiguo sab’a, de la manera m‡s directa, quŽ hacer y c—mo hacerlo mejor. Pero, debido a que se desempe–— tan bien, comenz— a desarrollar un sentido de identidad, lo que le dio la sensaci—n de que pod’a predecir y planificar las acciones que estaba acostumbrado a realizar. Y as’ apareci— la idea de un "yo individual", un yo individual que comenz— a dictar la naturaleza y el alcance de las acciones del hombre Ó.

ÒA medida que el sentimiento del yo individual se hizo m‡s fuerte, el hombre perdi— su conexi—n natural con el conocimiento silencioso. El hombre moderno, heredero de ese desarrollo, se encuentra tan irremediablemente alejado de la fuente de todo que todo lo que puede hacer es expresar su desesperaci—n en actos violentos y c’nicos de autodestrucci—n Ó.

 

ÒDon Juan describi— la importancia personal como la fuerza generada por la autoimagen del hombre. Reiter— que es esa fuerza la que mantiene el punto de ensamblaje fijo donde est‡ actualmente. Por esta raz—n, el objetivo del camino de los guerreros es destronar la importancia personal. La importancia personal es meramente autocompasi—n disfrazada.

"Para un brujo, la falta de compasi—n no es falta de compasi—n. La falta de compasi—n es lo opuesto a la autocompasi—n o la importancia personal. La falta de compasi—n es la sobriedad".

"El œnico curso de acci—n que vale la pena, ya sea para los hechiceros o para los hombres promedio, es restringir nuestra participaci—n en nuestra propia imagen, la œnica ayuda concreta que recibes de m’ es que ataco tu autorreflexi—n".

ÒLos brujos sostienen que mover el punto de ensamblaje es lo œnico que importa. Y ese movimiento, como bien sabes, depende del aumento de energ’a y no de la instrucci—n Ó.

 

"La brujer’a es un viaje de regreso. Volvemos victoriosos al esp’ritu, despuŽs de haber descendido al infierno. Y del infierno traemos trofeos. La comprensi—n es uno de nuestros trofeos".

 

"El mundo de nuestra autorreflexi—n o de nuestra mente era muy endeble y se mantuvo unido por algunas ideas clave que sirvieron como su orden  subyacente. Cuando esas ideas fallaron, el orden subyacente dej— de funcionar".

 

ÒMe record— que me hab’a descrito en el pasado el concepto de detener el mundo. Hab’a dicho que detener al mundo era tan necesario para los brujos como lo era leer y escribir para m’. Consisti— en introducir un elemento disonante en el tejido de la conducta cotidiana con el fin de detener el flujo suave de los eventos ordinarios, eventos que fueron catalogados en nuestras mentes por nuestra raz—n ".

 

ÒEl elemento disonante se llamaba" no hacer "o lo contrario de hacer. "Hacer" era cualquier cosa que formaba parte de un todo para el que ten’amos una cuenta cognitiva. No hacer era un elemento que no pertenec’a a ese todo trazado Ó.

 

"Los hechiceros, porque son acosadores, entienden el comportamiento humano a la perfecci—n", dijo. "Entienden, por ejemplo, que los seres humanos son criaturas de inventario. Conocer los entresijos de un inventario en particular es lo que hace a un hombre un erudito o un experto en su campo".

 

"Los brujos saben que cuando el inventario de una persona promedio falla, la persona aumenta su inventario o su mundo de autorreflexi—n colapsa. La persona promedio est‡ dispuesta a incorporar nuevos art’culos en su inventario si no contradicen el orden subyacente del inventario. Pero Si los elementos contradicen ese orden, la mente de la persona se derrumba Ó.

 

"Los seres humanos son infinitamente m‡s complejos y misteriosos que nuestras fantas’as m‡s salvajes".

 

"Te dije una y otra vez que ser demasiado racional es una desventaja", dijo. "Los seres humanos tienen un sentido m‡gico muy profundo. Somos parte de lo misterioso. La racionalidad es solo una chapa con nosotros. Si rascamos esa superficie, encontramos un hechicero debajo".

 

ÒLos brujos nunca pueden hacer un puente para unirse a la gente del mundo. Pero, si las personas desean hacerlo, tienen que hacer un puente para unirse a los brujos Ó.

 

 

"TambiŽn dijo que" el lugar donde no hay piedad ", siendo otra posici—n del punto de encaje, fue el precursor del conocimiento silencioso, y que otra posici—n del punto de encaje llamada" el lugar de preocupaci—n "fue el precursor de la raz—n ".

 

ÒCada vez que ten’amos la oportunidad de mover nuestros puntos de ensamblaje nos asustamos. Nuestros antecedentes religiosos, acadŽmicos y sociales entrar’an en juego. Asegurar’an nuestro regreso seguro al reba–o; el hombre promedio, incapaz de encontrar la energ’a para percibir m‡s all‡ de sus l’mites diarios, llam— al reino de la percepci—n extraordinaria la brujer’a, la brujer’a o el trabajo del diablo, y se alej— de Žl sin examinarlo m‡s a fondo ".

 

"Convierta todo en lo que realmente es: lo abstracto, el esp’ritu, lo nagual. No hay brujer’a, ni maldad, ni demonio. Solo hay percepci—n".

 

"La idea de lo abstracto, el esp’ritu, es el œnico residuo importante".

 

ÒUna de las cosas m‡s dram‡ticas sobre la condici—n humana fue la conexi—n macabra entre la estupidez y la autorreflexi—nÓ.

 

ÒAgreg— que para que el hombre racional se aferrase firmemente a su propia imagen aseguraba su ignorancia abismal. Ignoraba, por ejemplo, el hecho de que la hechicer’a no era encantamientos y hocus-pocus, sino la libertad de percibir no solo el mundo dado   por sentado, sino todo lo dem‡s que era humanamente posible.

 

"El mundo de la vida diaria consta de dos puntos de referencia", dijo. "Tenemos, por ejemplo, aqu’ y all‡, adentro y afuera, arriba y abajo, el bien y el mal, y as’ sucesivamente . Entonces, propiamente hablando, nuestra percepci—n de nuestras vidas es bidimensional. Nada de lo que nos percibimos a nosotros mismos hacer tiene profundidad ".

 

"Un hechicero percibe sus acciones con profundidad", dijo. "Sus acciones son tridimensionales para Žl. Tienen un tercer punto de referencia".

 

"Solo los brujos pueden convertir sus sentimientos en intenciones", dijo. "El intento es el esp’ritu, por lo que es el esp’ritu el que mueve sus puntos de reuni—n". La parte enga–osa de todo esto ", continu—," es que estoy diciendo que solo los hechiceros saben sobre el esp’ritu, ese intento es el dominio exclusivo de hechiceros Esto no es cierto en absoluto, pero es la situaci—n en el ‡mbito de la practicidad. La condici—n real es que los brujos son mas conscientes de su conexi—n con el esp’ritu que el hombre promedio y tratan de manejarla. Eso es todo. Ya te lo dije, el enlace de conexi—n con el intento es la caracter’stica universal compartida por todo lo que hay ".

 

"La percepci—n dividida, si se logra por los propios medios, se llama libre movimiento del punto de ensamblaje".

 

"El tercer punto de referencia es la libertad de percepci—n; es el intento; es el esp’ritu; el salto mortal del pensamiento hacia lo milagroso; el acto de llegar m‡s all‡ de nuestros l’mites y tocar lo inconcebible".

 

ÒUn hechicero vive una vida impecable, y eso parece indicar la soluci—n. ÀPor quŽ? Nadie sabe."

"La impecabilidad, como te he dicho muchas veces, no es moral", dijo. "Solo se parece a la moralidad".

ÒLa impecabilidad es simplemente el mejor uso de nuestro nivel de energ’a. Naturalmente, exige frugalidad, consideraci—n, sencillez, inocencia ; y, sobre todo, exige falta de autorreflexi—n. Todo esto hace que parezca un manual para la vida mon‡stica, pero no lo es Ó.

"Los brujos dicen que para comandar el esp’ritu, y con eso quieren decir el movimiento del punto de ensamblaje, uno necesita energ’a. Lo œnico que almacena energ’a para nosotros es nuestra impecabilidad".

 

"La humanidad hab’a pasado la mayor parte de su historia en la posici—n del conocimiento silencioso, y eso explicaba nuestro gran anhelo por Žl".

 

"Solo un ser humano que fuera un modelo de raz—n podr’a mover su punto de encaje f‡cilmente y ser un modelo de conocimiento silencioso".

 

ÒEl puente unidireccional del conocimiento silencioso a la raz—n se llam—" preocupaci—n ". Es decir, la preocupaci—n que los verdaderos hombres de conocimiento silencioso ten’an sobre la fuente de lo que sab’an. Y el otro puente unidireccional, de la raz—n al conocimiento silencioso, se llamaba "comprensi—n pura".

 

"Como un gesto para el esp’ritu, los brujos sacan lo mejor de s’ mismos y lo ofrecen en silencio a lo abstracto".

 

ÒLa brujer’a es el acto de llegar al lugar del conocimiento silencioso, y el conocimiento silencioso no puede ser razonado. Solo se puede experimentar ".

 

"El hombre tiene un lado oscuro, s’, y se llama estupidez".